sábado, 1 de mayo de 2010

Una temporada en la edad media




Ay, señora. Acabo de pasar unos días enla edad media. La noche del granizo nos quedamos sin teléfono de línea e internet, y lo que siguió fue pesadillezco. Un desfile de técnicos cada uno de los cuales rompía algo para resolver otra cosa, cada uno jurando que el problema no pertenecía a su área de incumbencia pero cobrándonos como si nos salvaran la vida. Y del otro lado del teléfono, ¡ay! Jovencitos pos destrucción del mercado laboral. ¡Cómo extrañé el estado benefactor! Yo sé que cuando existía ENTEL uno se podía morir reclamando pero ¿sabe qué? Añoré la era en la que laconversaciónnoestabasiendogravadaparamejorarlacalidadenelservicio, en la que la muchachita de turno (sé que debería compadecerme de ella pero en el momento no puedo evitar odiarla) no me decía cualquier pavada para que yo me quedara contenta, porque ya no me quedo contenta, dígame que tengo razón, sil vous plait, esta empresa es una porquería (¡qué delicada puedo ser cuando me lo propongo!) y si su problema alguna vez se arregla será de puro tarro, una casualidad, un efecto no buscado concientemente por nadie, un cable movido sin pericia ni particular gana. Porque ¿Sabe qué señorita? ya sé que eso que acaba de decirme no tiene ninguna, NINGUNA, relación con la realidad. Es la peor de las circunstancias: no saber quién es el responsable de resolver el problema, y tenerla a usted temiendo ser grabada. Caos absoluto.
Yo sé que hace unos años internet no existía. Cuando iba a la facultad, sin ir más lejos, hacía media hora de tren para intercambiar disquetes con mis compañeros de grupo (y rezale a mandinga para que cuando llegues a tu casa te funcione). Pero ¿sabe qué? Ahora internet existe.
En fin. Finalmente los planetas se alinearon y, sin que sepamos quien fue el gestor directo del milagro, nos reinsertamos en el mundo.
Aquí estamos, desperazándonos luego del aletargamiento medieval, con todas las energías puestas en los dos grandes festejos del domingo 9. Lo voy a sorprender, le prometo.
Mientras tanto, le fomento la ansiedad con este pedido soñado. Fiesta mexican para la hija de Eva. Fajitas, mariachis, margaritas y dulces inspirados: trufas y cupcakes (¿¿¿vio los de chiles jalapeños??? digamé que no lo maté de la emoción) en colores alusivos, lo mismo para la súper torta.

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