miércoles, 12 de mayo de 2010

Todo tiene que ver con todo

Ay, señor, cuánta verdad en esa publicidad de la tele en que la gente se convierte en zombie mirando fútbol. Yo, sin ir más lejos, que mientras la vida sigue su curso normal no distingo la camiseta de Ríver de la de Atlanta, cuando llega el mundial me sumo a la locura generalizada y le comento los partidos como si conociera la definición de "off side". Yo, que en los actos del colegio de mis hijos me siento físicamente inhabilitada para abrir la boca para entonar el himno (porque qué barbaridad, señora, las barbaridades a las que ha servido aquello de ohjuremoscongloriamorir) lloré con Maradona durante la silvatina italiana del '90. Y no bien veo esas aperturas de multitudes que forman figuras consigo mismas me sumo al delirio de seguir los partidos como si se nos fuera la vida en cada uno, y ya les compré a mis hijos los gorros de juglar celeste y blanco reglamentarios.
Y además hay mundiales y mundiales. El detestable del '78, el memorable del '86, el emocionante del '90 y después esa meseta incierta al menos para quienes entendemos poco y nada en materia futbolísitca. Este año, por su parte, pinta más que bien. Primero la sede ¿Vió Invictus? Si no la vio mírela, coincida conmigo en que el mundo sería otra cosa si fuera una película de Clint Eastwood (¿ya le dije que me quiero casar con Clint Eastwood?). Luego la hermosa canción, resistente incluso a los embates del muchacho de rulos dispuesto al destrozarla en su versión hispana (¿vio el video? Todo por dos pesos un poroto). Y por último el director técnico. Porque no hace falta saber nada de fútbol para comprender en qué medida merece nuestra veneración Diego Maradona. Cuando estaba embarazada de Fidel, por ejemplo, le propuse a Fabi seriamente ponerle Diego Armando. Lo veo emocionarse con los videos de sus goles y me pregunto por qué no aceptó, si le pega en el palo a la imagen de la paloma que se posa en el hombro de Fidel tras el ingreso de los revolucionarios a La Habana.
Abusando de mi derecho a hablar de una materia que me es tan ajena, quiero hacer también una apología de Palermo. No tengo un sólo argumento futbolístico más que ver las alegrías que le ha dado a mi marido y, por propiedad transitiva, a toda mi casa. Y para coronar esa vocación: un par de días después de que su gol mágico en el último partido de las eliminatorias nos salvara de un junio miserable, estaba en el cuarto de Cuca cuando ví por la ventana un amontonamiento de gente. Miré bien, para entender lo que pasaba y entonces lo ví. Calculo que habría salido del estudio de fotografía que hay en mi cuadra, o no sé, pero su auto (su nave espacial) estaba estacionado frente a mi casa. Bajé las escaleras al vuelo y también al vuelo agarré a Fidel. De la forma más bizarra posible interrumpí la conversación de Martín con el único señor que quedaba para decirle "¡Sos un genio! ¡Te adoramos! ¡No sabés cómo nos alegraste la vida!" y preguntarle si podía hacerle upa a Fidelito para sacarles una foto al tiempo que le ponía a Fidelito a upa para sacarles una foto. Fidelito, a todo esto, decía por lo bajo que él quería foto con Spiderman "¡no con él!", y Martín se reía, y yo inmutable, recordando la anécdota que una señora me contó en La Habana (al final es cierto eso de que todo tiene que ver con todo). Los revolucionarios llegaban en caravana (alegre caravana) y ella, que por entonces era chiquita, se acercó a uno de los coches al grito de "¡Camilo! ¡Camilo!" y el señor al que estaba mirando le dijo "No soy Camilo, pero saludame igual que si no después te vas a arrepentir". Era el Che Guevara, tatuado en el brazo de Diego, que convocó a Martín, que se sacó una foto con Fidel, y así sucesivamente. Ya me vas a agradecer esa foto, Fidelito.
Todo esto para decir que se aproxima el Mundial y algunos suertudos (qué fina puedo ser cuando quiero) se van a verlo a Sudáfrica. Este Paquetito lo pidió Patricia para su hijo Pancho, que ligó para el cumple otro paquete pero no con galletitas sino con pasajes,vouchers, entradas...
Para que no decaiga para los que nos quedamos, Comieron Perdices y M-Wines armaron estas promociones:
  • Champagne Fin del Mundo Extra Brut + caja con 6 galles (un jugador, una copa y seis figuras como pelotas corazones, blondas, círculos con nombres, banderas, camisetas): $ 80
  • Champagne Fin del Mundo Extra Brut + caja con 12 galles (un jugador, una copa y diez figuras como pelotas corazones, blondas, círculos con nombres, banderas, camisetas): $ 100
    Champagne Fin del Mundo Extra Brut + caja con 12 galles (cinco jugadores, una copa y seis
  • Figuras como pelotas corazones, blondas, círculos con nombres, banderas, camisetas): $ 120
Recuerde la célebre frase de Maradona (no, señora, "que la sigan..." no, no sea ordinaria): Que no se le escape la tortuga. Haga su pedido con tiempo, que con suerte estaré festejando si se acuerda más tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario