sábado, 27 de febrero de 2010

Qué Guillermo ni Gustavo

Si tuviera que hacer un top five de las cosas que más me deprimen en el mundo, claramente un item serían las migraciones de los amigos al exterior. Si tuviera que hacer uno de lo que más alegría me causa, encabezaría la lista la llegada de bebés, en particular de los propios, de los sobrinos y de los cuasi sobrinos.
Apenas nació Juanita, Nan y Chuli se fueron a vivir a Texas. Venían amenazando hacía mucho pero yo no terminaba de creerles, hasta que un día vendieron todo lo que no podían llevarse y se subieron al avión. Quedé turulata. Ella era una de las íntimas de mi adolecencia y no me imaginaba bien cómo seguir con ella allá. Ahora hace tanto que se fueron que parece que siempre todo hubiera sido así: mails, paquetes que vienen y que van, escapadas eventuales, fotos, fotos y fotos.
Hace algunos meses me dio la noticia de que estaba embarazada. Al poquito tiempo supe que serían dos. Y hace menos, que eran varones. Yo creo que mi amiga no dimensiona el baby shower que se pierde, porque si no se repatriaría. A ver si la convencemos, salió este Paquetito paquete para Texas. Un poco a los fines de tocar el corazón de ambos, hubo ropita para el deleite de mi amiga (¡y la varita mágica que toda madre necesita!) en los colores más amados por él. Si con esto no los conmuevo estamos al horno, señora, y sólo nos queda que algún día me vaya a llenarles el freezer al hemisferio norte. Yo, encantada.

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