jueves, 18 de febrero de 2010

Más Mickey

El año pasado una de mis primitas cumplió 15 y en vez de fiesta quiso viaje. Se prendió la de 16 (que tampoco había festejado), la de 24 (que sí), la madre de todas (super fiesta allá lejos y hace tiempo), yo (fiesta loca en el patio de casa), Cuca (me quedan sólo ocho años para armar la fiesta del fin del mundo) y Fidelviluzyentré (o más bien Fideltodoslosbondismedejanenlaesquina), un contingente medio absurdo pero, ante todo, voraz (no de comida, dejemé de fritanga, más bien de todo lo otro). Yo, ex mochilera de choza en la selva mexicana, futura madre canchera que se atreve al Machu Pichu a los 46, nunca había considerado seriamente ir a Disney pero Fabi (que no distingue a Mickey del pato Donald) me confirmó que él no iba a hacer ese viaje nunca y dio vía libre para prendernos si nos entusiasmaba. Y nos entusiasmaba. Y allá fuimos. ¿Sabe lo que lamento? No haber sabido por entonces que finalmente iba a hacer un día eso con lo que amenazo desde que me recibí: ponerme el batón y a otra cosa mariposa. Comieron perdices. Me hubiera traído, por ejemplo, un cortante con forma de Mickey, porque ¿sabe qué? Sus galletitas las corto a mano ¿le parece bonito?. Aquí una torta con apliques de Marcela para su ahijado. Llamo sobre el pucho pero, grrr, otra embarazada a la que soy incapaz de decirle que no... en todo caso quedó divine (el azúcar de los apliques negros se va a reabsorber, tengo que ponerlo aunque quede feo para la foto, se lo aclaro porque si usted piensa que soy así de desprolija me muero).

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