viernes, 22 de enero de 2010

A hard day´s night



Los dos últimos días fueron de caos. Ayer pasé mi vida en el microcentro resolviendo en tres horas un trámite que normalmente termino en una, y todo eso montada en unas plataformas descomunales (pero lindísimas, señora, hay que aprovechar el verano para lucir las piernas) y con 5300 grados de calorrrrrrr. La frutilla del postre fue la conversación telefónica con mi vencina, que acusó a Fidel (que pasó la mañana en casa de un amiguito y la tarde en la colonia) de tirarle por la pared (que mide 38 metros) una carilina usada luego de haber hecho lo propio el domingo con un trapo de piso "doblado en 4" (Vecina dixit), y no hubo fórmula matemática que la convenciera de que eso es físicamente imposible, porque "los chicos tienen en su naturaleza revolear y después mentir para que los padres no los reten" (no señora, la frase no es de Piaget sino de Vecina again). Pero como para Vecina el razonamiento matemático es una afrenta todo terminó con ella jurando que la próxima vez que algo se caiga no me lo devuelve. Y chim pum. Cortó (creo que eso no me pasa desde que terminé cuarto grado). Por suerte hoy obtuve pruebas irrefutables de que el trapo había sido tendido en la ventana trasera del segundo piso, de donde puede haber caído arrastrado por alguna brisa veraniega y/o alguna fuerza maligna que provoca estas cosas para que yo pague los pecados cometidos en mi vida anterior.
Hoy, en cambio, corridas culinarias aparte, tuve que concurrir a la charla de concientización para renovar el registro y dado que Libertador estaba obturada por el malón de fans de Metallica, la barrera de Manuela Pedraza no funcionaba, la de Monroe menos (por suerte una embarazada se paró en medio de las vías y nos indicaba cuándo cruzar... porque la Guardia Urbana, señor, está para cosas más importantes), ni tampoco el semásforo de Cabildo e Iberá, esquina que además estaba congestionada a causa de esa obra decorada de baldecitos dados vuelta (esto en París no pasa...), llegué a la charla al borde del surmanaje y más desconcientizada que nunca.
A cuenta de todo esto decidí que la semana que viene me tomo tres días y me voy con los nenes (Fabi no puede rajarse, buuu!, ya nos vengaremos a lo loco) a remojar las plumas al mar, a pedirle a mi abuela que me haga zapallitos rellenos, a correr hasta el golf y a ver alguna peli de terror que, con bosque y acantilado, da más miedo que nada.
Perdonemé señora, señor, pero es eso o que me encierren en una jaula y no exactamente una para aves. Mientras, le dejo una foto de los cupcakes de brownie rellenos de mousse que preparé esta tarde, sí ¡esta tarde! ¡la que le acabo de relatar! los encargó Mariana, que se va unos días a Madrid con sus nenas, para compartir en la despedida de Martín, otro papá que tiene que quedarse y por eso ligó además beautiful Paquetito Paquete.
Anochecer de un día agitado, que le dicen.

1 comentario:

  1. Tu blog tomó una dirección inesperada, y me encanta :)

    Eso.

    Beso.

    Noe

    ResponderEliminar