martes, 12 de enero de 2010

Acerca de la chocotorta

Esta mañana Fidel estaba invitado a casa de una amiga y, cuando agarré las llaves del auto y me dispuse a salir para llevarlo hizo un puchero hasta el piso y (digno hijo de su madre, hermano de su hermana, bisnieto de su bisabuela) preguntó "¿no llevamos torta?". Hubiera podido hacerme la distraída pero en esta casa esa es una reivindicación totalmente justa. Dejé la cartera, me metí en la cocina y me puse el delantal. Ni lo dudé: ¿cuál es la única torta que se hace en cinco minutos?
No suelo prepararla. Debo haber hecho dos o tres en toda mi vida y la verdad es que tenía todos los ingredientes de casualidad. La chocotorta tiene fundamentalmente dos virtudes: como ya dije, la velocidad con que se prepara y, ante todas las cosas, que no hay a quien no le guste. Ahora bien, señora, señor, madres argentinas y ciudadanos del mundo (aunque me pregunto si existirá la chocotorta en países en los que no se consigue dulce de leche? una chocotorta de seguro decepcionante como aquel helado de banana split que tomé en NY, de banana y... frutilla!!) hágame dos favores:
Uno: no use ese queso inmundo que viene en la receta del paquetito. Un alma mágica inventó en algún lugar del planeta el queso philadelphia y la era de la globalización lo trajo al almacén de la vuelta de su casa. Porque vamos a seguir arruinando nuestras chocotortas con ese queso incomible?
Y luego, la mala idea de untarlo con chocolate!! Está claro que hay pocas cosas que yo ame en la vida como al chocolate pero ¿no vé que se endurece y al cortar la torta se rompe? Y además, por qué no darle un toque de color? Vaya al cotillón, compre granas, coco teñido, confites. Haga de su chocotorta una chocotorta estelar. Sea feliz, señora, señor, aproveche que a veces se puede ser feliz con tan poco. No pasa seguido. Pero con la chocotorta sí.

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