lunes, 1 de marzo de 2010

¡Primer día de escuela!




Cuando yo era chiquita y ahorraba dinero para llevarme a las vacaciones, amén de algún helado, pulserita hippie o ejemplar de Mafalda, todo mi capital iba a parar a... útiles escolares. Le rogaba a mis abuelos que me llevaran a Tienda Los Gallegos (en Mar del Plata) y de ahí volvía con cuadernos y lápices de colores. Ya de más grande me acuerdo de mí misma en la playa armando tablas horarias en las que combinaba las horas de clases con una actividad extraescolar infernal, entre los cursos de inglés, de teatro, de narrativa y las clases de aerobics (sí, señor, nací en la prehistoria). Pues bien: la antorcha ha pasado. De aquella nerd ha salido otra, potenciada por los genes paternos que no se quedan atrás. Cuestión que esta mañana me dispuse a despertar a Cuca con la parsimonia que requería en diciembre pasado, pero ¡sorpresa! saltó como un resortte al grito de "¡¡¡Por fin!!!".
Para ella, para otros igual de felices y para algunos un poquito menos, hubo desayunitos de primer día de clases. Apuro mediante, saqué foto de uno armado (el de Cata, mi ahijada prodigio, que odia el colegio desd salita de tres) y del resto un popurrí, pero en fin, el concepto se entiende (aunque yo no entiendo NADA: ahora, de madre, empieza la pesadilla del despertador a las 6:30...).

No hay comentarios:

Publicar un comentario