Y entonces hubo entonces galletitas para ese equipo glorioso que me sacó de la cocina para llevarme otra vez al pago con todo, volver no con el caballo cansado sino en un pingo que galopa en manada, retorno feliz.
Y como Mari no estuvo en esa reunión y no le guardamos nada, como es por lejos la más dedicada de las secretarias que haya conocido, un detalle para ella, con varita mágica incluida en honor a su capacidad para resolver lo que sea.
Esos días siguieron con dos haraganas (manzana, canela y nuez). Una para Juan Pablo, que cumplió años y es a dic to, y otras para mis tías lejanas con las que me reencontré después de casi 20 años, viaje en el tiempo del que la haragana fue una particular forma de adentrarnos en el recuerdo de mi abuela Blanca y de mi papá.
La chococheese cake fue para la noche de las elecciones porteñas. Nos juntamos con amigos a deprimirnos con los resultados esperables, así que hice esta torta gloriosa para amenizar el desancanto.
Por último, shots de mousse de arándanos y mousse de chocolate, y chocolate blanco, para una cena con mamásde la sala de Fi.
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