jueves, 22 de julio de 2010

Conclusiones


¡Ay! Me acabo de acordar de que la señorita Liliana (último bastión de lo más retrógrado del normalismo, pero cuánta eficiencia... my god) me hizo escribir "Conclusiones" cien veces, porque la había escrito con C, y eso era para ella algo cercano a un pecado capital (ya que estamos: el otro día recordé los siete pecados capitales leyendo una pavada en la peluquería, y ¡me parecen un programón!).
Bueno, cuánta dispersión. La conclusión que viene a cuento del título es algo que siempre supe y que confirmé con Comieron Perdices, y es la siguiente: A padres fenómenos, hijos fenómenos. Claro que no es una regla cien por ciento eficaz: soy socióloga y no física, pero es una clara tendencia. Si viera usted la buena onda de la madre de Rocío, si viera usted cómo la antorcha había pasado, me entendería. Es el componente hereditario del espíritu perdiz.

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